La
nobleza en el Antiguo Régimen:
No hay duda de que la nobleza del Antiguo Régimen
estima que pertenece a una raza aparte, cuyas viejas virtudes, el honor, el
coraje militar, le son íntegramente trasmitidas por filiación. Una raza aparte
que, desde el fondo de los tiempos, trasmite su superioridad racial solo por el
hecho de su nacimiento. (…) Y sólo el hombre trasmite la nobleza; la mujer es
indiferente: es un simple “vaso” que trasmite la calidad de su marido, no la
propia.
(…)La antigüedad de la raza es lo esencial para los
nobles mismos y para toda la legislación, pero ¿cómo probarla? Unas pocas
familias grandes y poderosas nunca debieron probar su nobleza, asentada con
suficiencia desde el tiempo “inmemorial”.
Familias menos ilustres, o menos poderosas, pueden
tener que “probar”. A veces esas pruebas son requeridas por el Rey. (…) Deben
probar que la familia ha vivido noblemente, sirviendo al rey y usando siempre
los calificativos nobles que son propios de su provincia.
El tercer caso es el más simple y frecuente; la “raza”
es joven, puesto que la familia ha sido ennoblecida en fecha cierta, por acta
del soberano, único que puede hacer nuevos nobles. Así se constituía una
nobleza que los juristas llamaban “moderna”, por oposición a la nobleza cuya fuente,
permanece desconocida: la nobleza “antigua”.
Goubert, P. El Antiguo
Régimen/1. Siglo XXI. Buenos Aires, 1972.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario