En clase repartimos varios textos en grupos y a partir de estos, hablamos de un proceso paralelo a todo lo que trabajamos de Francia, pero en Inglaterra. Este proceso, denominado Revolución Industrial, relacionado con los cambios en los modos de producción de artículos manufacturados, muestra sus primeros cambios hacia fines del siglo XVII y se extiende durante todo el siglo XVIII. La gran novedad de todo el período es la máquina de vapor, que posibilitó la producción de artículos de manera mucho más barata y en mayor cantidad que los productos artesanales. Esto cambió completamente la economía y la sociedad, primero de Inglaterra y luego de todo Europa. Los burgueses, el grupo social más favorecido en Francia tras la Revolución que cambió la forma de gobierno, también era el grupo más favorecido con estos cambios económicos.
Son
tales y tantos los beneficios y ventajas que se podrían derivar de un total
cercamiento de las common lands
(tierras comunales) que me es imposible describirlos o enumerarlos. Daría la
oportunidad de separar las tierras áridas de las húmedas, la de desecar estas
últimas, la de abonar las zonas agotadas, y todo ello podría producir
inestimables resultados; el nuevo ordenamiento permitiría, con la ayuda de
hábiles ganaderos, la cría de ovinos y bovinos de raza mucho mejor que las que
se ven habitualmente en estas zonas, en donde hay animales miserables y medio
muertos de hambre. Teniendo al ganado en zonas cercadas se conseguiría mantener
a un número mayor con la misma cantidad de alimento. (…) El ganado podría
rendir a la comunidad y a los individuos cien veces más de lo que los hacía
hasta ahora, antes de los cercamientos.
Hay
que señalar también que el sistema de las common lands nunca ha aportado nada a
la solución del problema del empleo. Y que apenas se hiciera un cercamiento, la
situación se transformaría positivamente, y una desolada tierra inculta se
convertiría en la más risueña de las zonas. Actividades y trabajos de toda
índole se desarrollarían en esos lugares. El que quisiera contribuir a esa
empresa encontraría una gran cantidad de ocasiones de trabajo: excavar fosas y
canales de desagüe, construir terraplenes y vallas, plantar setos y árboles;
los herreros y demás artesanos del campo no tendrían que quedarse con los
brazos cruzados pues habría mucho trabajo para ellos en la construcción de
factorías y de sus respectivos anexos, y en la proyección y construcción de
caminos, puentes, cercados, empalizadas, etc. Pocos años después de haber
llevado a buen término estos primeros y temporales esfuerzos, y cuando todo el
conjunto estuviese organizado en un sistema agrícola regular, se podría
alimentar y dar trabajo a una población notablemente aumentada.”
John
Middleton. View of the agriculture of Middlesex. 1798.
Lo
que convencionalmente se denomina revolución agrícola es un fenómeno
localizable en un reducido número de países. Consolidada durante el siglo XVIII
en Inglaterra, extendida después a la fachada occidental europea y a regiones
muy delimitadas de Centroeuropa, como consecuencia de la disolución de los
regímenes señoriales, se caracteriza por una transformación radical de los
sistemas de producción: paulatina desaparición del barbecho y sustitución por
la rotación de cultivos, que incrementa el volumen de las cosechas;
diversificación de cultivos en estrecha ligazón con la expansión ganadera;
ampliación del número de cerramientos y tendencia a la concentración de
parcelas para un uso más racional; incorporación de un nuevo instrumental
agrario, de maquinaria y abonos. Todo ello da como resultado un aumento
sostenido de productividad del excedente comercializable, estimulado por la
demanda de los núcleos urbanos que no dejan de crecer. En suma, la agricultura
rompe definitivamente el círculo vicioso del autoabastecimiento y se convierte
en pieza básica en la configuración de los mercados nacionales.”
A.
Bahamunde. La revolución agrícola y la industrialización
La novedad radicó en la aplicación de esos
conocimientos ya existentes a la producción de bienes materiales.
La incorporación de las máquinas a la
producción sustituyó el trabajo manual y los tradicionales sistemas de
fabricación por otros nuevos. El trabajo se trasladó desde los talleres artesanales
con un reducido número de operarios a las fábricas, donde máquinas y obreros
fueron agrupados en grandes concentraciones.
“Es un hecho curioso que, en los
comienzos de la industria algodonera, todas las operaciones, desde el
tratamiento inicial de la materia prima hasta su salida en forma de tejido, se
efectúan bajo el techo de la casa del tejedor. En un segundo período, con la
mejora de las técnicas, la práctica era la de fabricar los hilados en la
fábrica y tejerlos a domicilio. En la actualidad, ahora que esta industria ha
llegado a su madurez, todas las operaciones, que ponen en juego medios mucho
más amplios y complejos, se efectúan en un solo edificio...
En las fábricas movidas por el vapor,
el algodón es cardado, bobinado en mechas, hilado y transformado en tejido, y
una sola fábrica es suficiente para producir la misma cantidad de metros para
la que antes era precisa la mano de obra de toda una región.”
R.
Gueston. Historia abreviada de la manufactura de algodón.
El
algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala,
a las mujeres de los hiladores, que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a
punto para la hilatura, y podían ganar ocho, diez o doce chelines a la semana,
aun cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie está
empleado así, porque el algodón es abierto por una máquina accionada a vapor,
llamada el “diablo”; por lo que las mujeres de los hiladores están desocupadas,
a menos que vayan a la fábrica durante todo el día por pocos chelines, cuatro o
cinco a la semana, a la par que los muchachos. En otro tiempo, si un hombre no
conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía hacerse
aceptar en otra parte. Pero pocos años han cambiado el aspecto de las cosas.
Han entrado en uso las máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir
edificios para contenerlas junto con seiscientos o setecientos brazos, se
requieren grandes sumas de capitales. La fuerza-vapor produce un artículo más
comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño maestro artesano era capaz
de producir al mismo precio: la consecuencia fue la ruina de éste último, y el
capitalista venido de la nada se gozó con su caída, porque era el único
obstáculo existente entre él y el control absoluto de la mano de obra (...).
Citado
por Valerio Castronovo. La revolución industrial
Sabemos
ciertamente que la miseria actual ha producido un número tan grande de pobres
que se cuentan tres mil en la ciudad y en sus alrededores. Todas las calles
resuenan con sus gritos lamentables. El trigo (...) todos los días se encarece.
Los
pobres del campo parecen esqueletos desenterrados; el pasto de los lobos es hoy
el alimento de los cristianos, porque cuando poseen caballos, asnos y cualquier
otro tipo de animales muertos o ahogados se alimentan de esta carne corrompida
que les hace morir más que vivir.
(...)
De verdad, no hay ningún día en que no se encuentren pobres muertos de hambre
en sus casas, en las calles o en los campos; nuestro capellán acaba de enterrar
uno que ha encontrado en el camino.
Carta
de la Superiora de las Carmelitas de Blois a una dama de París. 1662
El
algodón entonces era siempre entregado a domicilio, crudo como estaba en bala,
a las mujeres de los hiladores, que lo escaldaban, lo repulían y dejaban a punto
para la hilatura, y podían ganar ocho, diez o doce chelines a la semana, aun
cocinando y atendiendo a la familia. Pero en la actualidad nadie está empleado
así, porque el algodón es abierto por una máquina accionada a vapor, llamada el
“diablo”; por lo que las mujeres de los hiladores están desocupadas, a menos
que vayan a la fábrica durante todo el día por pocos chelines, cuatro o cinco a
la semana, a la par que los muchachos. En otro tiempo, si un hombre no
conseguía ponerse de acuerdo con el patrono, le plantaba; y podía hacerse
aceptar en otra parte. Pero pocos años han cambiado el aspecto de las cosas.
Han entrado en uso las máquinas de vapor y para adquirirlas y para construir
edificios para contenerlas junto con seiscientos o setecientos brazos, se
requieren grandes sumas de capitales. La fuerza-vapor produce un artículo más
comerciable (aunque no mejor) que el que el pequeño maestro artesano era capaz
de producir al mismo precio: la consecuencia fue la ruina de éste último, y el
capitalista venido de la nada se gozó con su caída, porque era el único
obstáculo existente entre él y el control absoluto de la mano de obra (...).
Citado
por Valerio Castronovo. La revolución industrial
Sabemos
ciertamente que la miseria actual ha producido un número tan grande de pobres
que se cuentan tres mil en la ciudad y en sus alrededores. Todas las calles
resuenan con sus gritos lamentables. El trigo (...) todos los días se encarece.
Los
pobres del campo parecen esqueletos desenterrados; el pasto de los lobos es hoy
el alimento de los cristianos, porque cuando poseen caballos, asnos y cualquier
otro tipo de animales muertos o ahogados se alimentan de esta carne corrompida
que les hace morir más que vivir.
(...)
De verdad, no hay ningún día en que no se encuentren pobres muertos de hambre
en sus casas, en las calles o en los campos; nuestro capellán acaba de enterrar
uno que ha encontrado en el camino.
Carta
de la Superiora de las Carmelitas de Blois a una dama de París. 1662