En la clase de hoy hablamos de viajeros y coloreamos un mapa. Dejo los textos aquí para que los tengan a disposición.
Cristóbal Colón.
Diario del primer viaje. 1492.
En fin, todo tomaban y daban de aquello que
tenían. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos
desnudos como su madre los parió, y también las mujeres. Y todos los que yo vi
eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de 30 años. Muy bien hechos,
de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como
sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las
cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. (…) ellos
son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y algunos se pintan de
blanco, y otros de colorado. Y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el
cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no traen
armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se
cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro. Sus azagayas son unas varas
sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de
otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos
gestos, bien hechos. (…) Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio,
que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se
harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a
Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza
para que aprendan a hablar.
Américo Vespucio. |
Américo Vespucio. |
Recorrido de Américo Vespucio 1498. |
Pedro
Mártir de Anglería, Crónica. 1516.
Ya
navegaba (…) cuando se encontró con los malvados antropófagos Caribes. Estos,
pareció que les hacían señales de paz, pero en su interior se lisonjeaban de un
buen convite. Desembarcó el desdichado Solís con tantos compañeros cuantos
cabían en el bote. Salió entonces de su emboscada gran multitud de indígenas, y
a palos los mataron a todos a la vista de sus compañeros, y apoderándose del
bote, en un momento, lo hicieron pedazos. Una vez muertos los cortaron en
trozos, en la misma playa, viendo sus compañeros el horrendo espectáculo desde
la mar, los adrezaron para el festín; los demás, espantados por aquel atroz
ejemplo, no se atrevieron a desembarcar, abandonando aquellas playas crueles.
Recorridos de Solís y Gaboto. |
Magallanes, 1519:
He tenido que enrolar a 260 hombres. De
entre toda esta multitud puedo contar con dos o tres docenas de veteranos,
viejos lobos de mar que me seguirán hasta el infierno. Pero junto a ellos,
¡Cuántos aventureros sin fe ni ley, cuántos fugitivos! (…) Hay hombres de todas
las nacionalidades: italianos, franceses, flamencos, ingleses, alemanes,
griegos, malayos, africanos…
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