viernes, 20 de marzo de 2015

Viernes 20 de Marzo.

En la clase de hoy hablamos de viajeros y coloreamos un mapa. Dejo los textos aquí para que los tengan a disposición.

Cristóbal Colón. Diario del primer viaje. 1492.

En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. (…) ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y algunos se pintan de blanco, y otros de colorado. Y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro. Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. (…) Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. 

Américo Vespucio.

Américo Vespucio.



































Recorrido de Américo Vespucio 1498.



Pedro Mártir de Anglería, Crónica. 1516.


Ya navegaba (…) cuando se encontró con los malvados antropófagos Caribes. Estos, pareció que les hacían señales de paz, pero en su interior se lisonjeaban de un buen convite. Desembarcó el desdichado Solís con tantos compañeros cuantos cabían en el bote. Salió entonces de su emboscada gran multitud de indígenas, y a palos los mataron a todos a la vista de sus compañeros, y apoderándose del bote, en un momento, lo hicieron pedazos. Una vez muertos los cortaron en trozos, en la misma playa, viendo sus compañeros el horrendo espectáculo desde la mar, los adrezaron para el festín; los demás, espantados por aquel atroz ejemplo, no se atrevieron a desembarcar, abandonando aquellas playas crueles. 

Recorridos de Solís y Gaboto.



Magallanes, 1519:


He tenido que enrolar a 260 hombres. De entre toda esta multitud puedo contar con dos o tres docenas de veteranos, viejos lobos de mar que me seguirán hasta el infierno. Pero junto a ellos, ¡Cuántos aventureros sin fe ni ley, cuántos fugitivos! (…) Hay hombres de todas las nacionalidades: italianos, franceses, flamencos, ingleses, alemanes, griegos, malayos, africanos…


 La galleta que comíamos no era ya pan, sino un polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda la substancia y que tenía un hedor insoportable por estar empapado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber era igualmente pútrida y hedionda. (…)las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser un manjar tan raro, que se pagaba cada una a medio ducado. Mas no esto lo peor. Nuestra mayor desdicha era vernos atacados por una enfermedad  por la cual la encías se hinchaban hasta el punto de sobrepasar los dientes y los atacados a ella no podían comer ningún alimento. Pigafetta. Crónica de viaje 1519-1522.















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